lunes, 20 de octubre de 2008

Errores, errores, errores


Escribe D. Randall, en el segundo capítulo de su excelente El periodista universal, que los periódicos deberían publicar siempre una nota aclaratoria como la que sigue: "este diario, y los centenares de miles de palabras que contiene, han sido producidos en aproximadamente 15 horas por un grupo de seres humanos falibles, que desde despachos atestados tratan de averiguar qué ha ocurrido en el mundo recurriendo a personas que a veces son remisas a contárselo y, otras veces, decididamente contrarias a hacerlo". Quizá Randall se quede corto. El periodismo, tan noble en sus objetivos teóricos, es una portentosa fábrica de incorrecciones, barbaridades (intencionadas o fortuitas) y desatinos.
La semana pasada, y precisamente en unas líneas redactadas para alertar sobre los errores lingüísticos, el autor de este blog no tuvo mejor ocurrencia que escribir lo siguiente: "Por los textos que me habéis entregado en clase (y, sobre todo, por los que adjuntáis en este foro), parece claro que muchos de vosotros tenéis graves problemas de redacción. No me refiero a la redacción periodística. Hablo sólo de redacción: es decir, de correción [sic], de gramaticalidad". A continuación planteaba la posibilidad de crear un espacio, dentro del campus virtual, para anotar y comentar ese tipo de fallos. Un alumno despierto se armó de ironía para apoyar solemnemente la propuesta: "Me parece una gran idea. De hecho, me aventuro a señalar el primer error: correción en vez de corrección. La correcta es la segunda".
¿Una simple errata sin importancia? No lo creo. Se trata de un error fácilmente evitable (bastaba haber leído y releído con mayor atención). Por eso mismo, se trata también de un error especialmente lamentable.
Mañana, más.

1 comentario:

  1. me ha gustado especialmente la entrada.

    lo de "este diario, y los centenares de miles de palabras que contiene..." me ha llamado mucho la atención.

    Creo que muchas veces las personas exigen más a los periodistas de lo que ellas se exigen a sí mismas.

    Aunque esto ocurre en más aspectos de la vida, y aunque todos exigimos más al que tenemos al lado (la pareja, el amigo, el compañero, el familiar, incluso al coche de nuestra derecha) de lo que nosotros mismo damos.

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