lunes, 10 de diciembre de 2012

Las prisas

   "No hay peor noticia que la que no llega a tiempo", me decían los jefes en mis años de reportero. Bueno, bien, de acuerdo. Vale que todos tenemos prisa, aunque a menudo no sepamos por qué o para qué. Siempre hay alguien que se dirige a toda velocidad hacia un semáforo en rojo. En periodismo, además, la prisa es una herramienta de trabajo, como el portátil o la cámara de fotos. Hay que ir siempre a toda velocidad, no sea que el semáforo se ponga en verde y nos pille perdiendo tontamente el tiempo.


   Vayamos, pues, con prisa. Sin tiempo que perder. Pero me temo que la peor noticia, hoy (como ayer), no es la que llega tres minutos tarde, sino aquella que no se entiende. Por ejemplo, esta en la que en un titular asegura que "se suspende la huelga", mientras que el urgente de arriba mantiene exactamente lo contrario. Lo urgente es lo último, se dirá, y por tanto eso es lo que vale. Pues no. Esta vez, no. 
   Tendemos a un periodismo en el que no importa demasiado esta clase de errores. Entendemos que el periodista tenía prisa. Lo comprendemos. Ni siquiera nos molesta el error. Nos hemos acostumbrado a que estas cosas pasen. Y pasan. Vaya si pasan. Lo peor de todo: no sé si la tolerancia y la comprensión de los lectores tiene algo que ver con la credibilidad de los periodistas. Algo sospecho, pero no estoy seguro.