lunes, 5 de marzo de 2012

Periodismo y estilo

Facultad de Ciencias de la Información. Primer curso. La asignatura se denomina "Teoría y práctica del periodismo". Como es habitual, en los primeros temas predomina la teoría y se impone el planteamiento deductivo. Lo primero, en consecuencia, es dejar definido el concepto de periodismo.
   El problema es que los alumnos suelen tolerar mal esa clase de bromas. ¿Quién se atreve hoy a definir el periodismo de forma académica, contundente, apodíctica? ¿De qué sirve soltar en el aula una definición supuestamente infalible si, cuando acabe la clase de "Teoría y práctica del periodismo", la realidad cotidiana impondrá sus hábitos con total descaro?
   Para empezar, cito una noticia incluida en la página principal de varios cibermedios: "Falete aprende a conducir en un programa de La Sexta". Cito otra de lavanguardia.es (también en portada) sobre una prima de Kate Middelton. Cito, mientras los alumnos comentan aún la anterior, un texto de elpais.com ("Ana y los 40") sobre la edad real o aproximada de Ana Obregón. ¿Información de actualidad y relavancia pública, como parece imponer el concepto de periodismo? ¿Seguro? ¿Cómo insinuar que no es periodístico aquello que a diario, y con creciente desparpajo, publican los medios de comunicación?
   El problema seguramente surge al tener que definir una profesión sumida en una profunda crisis. No solo económica (por el descenso de publicidad). Ni siquiera importa aquí demasiado la crisis relacionada con el modelo de negocio (por el declive del papel y por el desarrollo todavía incierto de los cibermedios). Lo que de verdad incomoda en estas primeras clases es el choque entre la definición académica, tan inapelable, y esta brutal crisis de identidad que enfanga hoy al periodismo. ¿Sigue siendo verdad que la información no se debe contaminar con opiniones? ¿Es todavía válido aquello de que los rumores no son noticia? ¿Aún es necesario confirmar las informaciones antes de difundirlas? ¿Por qué, si todo eso sigue vigente en la teoría, la realidad nos golpea una y otra vez con ejemplos de un periodismo tan distinto? De otro modo: ¿qué es y para qué sirve hoy el periodismo?
  Confieso que me siento muy incómodo al formular buena parte de estas preguntas. Se supone que al debate académico habría que llegar con alguna certidumbre, aunque suene rancia. Este año, casi como única respuesta, me he limitado a situar después del primer tema, no el segundo ni el tercero, sino el cuarto (el dedicado al estilo periodístico). Lo cual viene a suponer algo parecido a esto: ya que no alcanzamos a comprender la esencia o el concepto del periodismo, aprendamos al menos a escribir periodísticamente.
   Intentaré explicarme. En los manuales de varios medios (muy recomendables las "normas fundamentales" de La Vanguardia en su Libro de redacción) vemos que es el estilo es mucho más de lo que parece. La palabra comenzó significando "estilete", ese punzón que permitía escribir en las viejas tabillas. Resulta curioso comprobar que ahora, con las modernas tabletas, ha vuelto la palabra y la noción de estilete. En segundo lugar, "estilo" es también una determinada forma de escribir: la de un autor, la de un grupo de autores, la de una época. Según dice aquí la columna de la derecha, "el estilo es la manera absoluta de ver las cosas" (Flaubert). Es cierto que no el estilo presupone una mirada, un punto de vista, un pensamiento propio. La viñeta que El Roto publicó en mayo de 2008 lo deja perfectamente claro. Si damos un salto más, nos acercamos ya a la idea de "estilo" como modo de personal de ser o de estar. Es decir, como fórmula característica de exhibir ciertos elementos de naturaleza supuestamente formal.
   El estilo, pues, puede ser entendido como causa -también como consecuencia- de algunos comportamientos periodísticos. Estética y ética, una vez más. Otra razón para insistir en la importancia de la escritura, del análisis del texto, del estudio de la narrativa. Descartada la definición sociológica, histórica o filosófica del periodismo, quizá no sea del todo inútil ensayar una definición estilística. Una o varias. Porque, bien visto, hay un periodismo de estilete: de corta y pego, de dicta y copio. Hay un periodismo que se limita a elaborar titulares, entradillas: textos de prosa aseada, directa y atractiva. Hay, en fin, algún periodismo cuya escritura implica un texto interesante (el que finalmente se publica), pero también una serie de procedimientos profesionales básicos para llegar a él: comprobar, no dar nada por sabido, escuchar a los demás, desterrar los prejuicios, sentirse comprometido con la verdad que imponen los hechos observados o reconstruidos, etcétera. 

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