lunes, 2 de junio de 2014

Abdicar

   La prensa española, este 2 de junio de 2014, se hizo verbo: "abdicar". En portada. A cinco columnas (perdón por el anacronismo). En cualquier periódico de casi cualquier ideología. "Abdicar". Curioso verbo.  



   ¿Por qué "abdicar"? ¿Por qué no -por ejemplo- "dimitir"? ¿Por qué no "renunciar"? Por una sencilla y contundente razón: porque el lenguaje es también ideología, porque las palabras (cada palabra, cada combinación de palabras) presuponen no solo un mundo, sino una forma peculiar de entender y percibir el mundo. En resumen: el idioma, además de un fascinante instrumento de comunicación, se comporta como presupuesto ideológico, como sustrato doctrinal. A menudo de forma silenciosa, sin aspavientos. 


   Hace unos días pregunté a mi profesora de inglés por la expresión "commit suicide" (suicidarse). He recordado esta mañana su jugosa respuesta: "las ideas y las creencias de los hablantes suelen dejar huellas en la propia lengua". Commit: cometer. No hay netutralidad léxica para el suicidio. Culpa, yerro, pecado. Pues sí. Las ideas y las creencias de los hablantes impregnan las lenguas. Quizá sea esta visión el reverso de la hipótesis de Sapir y Whorf
   Antaño "cometer" (véase la cuarta acepción del DRAE) significaba casi lo mismo que "abdicar". ¿Y qué significa "abdicar"? Si buceamos en el latín, primero 'rechazar'; luego 'no reconocer' o 'desheredar' (a un hijo, por ejemplo); y, ya por último, eso que todos sabemos. La abdicación es, por tanto, la variante regia de la dimisión. Hay un término específico para los monarcas a fin de evitar confusiones. Dimiten (cuando dimiten) los plebeyos. El rey abdica. Es decir: dimite regiamente, sin atisbo alguno de plebeyez. Sí: existe la palabra "plebeyez".
   Podríamos haber dicho también que el rey claudica. "Claudicare", en el viejo latín, significaba 'cojear'. Podríamos haber escrito "claudicar", puesto que fin de cuentas el rey acaba "por ceder a una presión o a una tentación". Pero sonaría tan vulgar y pedestre, tan ordinario y de bajo vuelo... Los reyes abdican porque renuncian a todo sin perder la gallardía en nada. Los reyes abdican y punto: ni dimiten ni renuncian, ni abandonan ni transigen, ni ceden ni cesan. Los reyes abdican incluso en esos incansables diarios deportivos que solo atienden a banalidades majestuosas o a noticias mayestáticas.


   El rey abdica, dice el diccionario académico, cuando "cede su soberanía o renuncia a ella". Han leído bien: "su" soberanía. Por si esto les parece poco, vean la segunda acepción del verbo, según la cual "abdicar" supone "renunciar a derechos, ventajas, opiniones, etc., o cederlos". Miren, lean, revisen: el verbo "abdicar", esencialmente preconstitucional, todavía no se ha democratizado. ¿A qué esperan?

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