domingo, 14 de octubre de 2012

La pedantería


  Un lector publicó hace unos días un comentario en este blog. No estoy acostumbrado a esa clase de homenajes. Por eso lo leí con particular atención. "Es usted un pedante", bramaba el anónimo lector. "Qué tío tan pedante es usted...". Duele reconocerlo, pero a veces hay que tragar orgullos, vanidades e ínfulas. No lo niego. Tiendo a la pedantería como la nota de prensa a la ocultación. Como el lenguaje poético a la cursilería. Como el océano a la humedad. Puede que tenga usted mucha razón, querido lector. Por otra parte, llevo años sospechando que solo tengo un lector -quién sabe si es usted- y no me atrevería a porfiar con tan extraña y delicada criatura.
   Dicho lo cual (lo siento: soy así de pedante), debo aclarar dos cuestiones. La primera: tiendo a la pedantería por una especie de instinto irrefrenable, pero en realidad pienso que la erudición vana e inoportuna resulta casi siempre ineficaz. El pedante habla o escribe mal porque su erudición no sirve casi nunca para conseguir aquello que pretende lograr. Aunque es cierto que, con frecuencia, el objetivo del pedante es solo mostrar que sabe mucho. "Parece que sabe mucho", traduce en seguida el sagaz oyente, el inteligente lector, "pero en realidad este tipo es un plasta".

   Hace unos días me contaron una historia que ilustra a la perfección el verdadero problema de la pedantería. Un médico sale al pasillo del hospital. Busca a los familiares de un paciente al que acaba de operar. Y se le ocurre soltar esto (insisto en que no es chiste ni ocurrencia, sino algo que realmente sucedió hace unos meses): "Tengo que decirles que deben afrontar un exitus". Cuando el doctor vio que los familiares estaban contentísimos y se iban ya a la cafetería para celebrarlo, rectificó: "Quiero decir que, lamentablemente, el paciente ha fallecido. Hemos hecho todo lo posible por evitarlo, pero...".
   Al pedante, muy a menudo, no se le entiende. O se le entiende con gran dificultad. ¿Y quién está hoy dispuesto a realizar tan insensato sacrificio? Para que él se luzca -razona con criterio el lector- tengo yo que esforzarme... Absurdo, sin duda. Además el pedante profesional gusta de acumular citas y anécdotas. Sin embargo, no suele ordenar. No acostumbra a trabar o tejer sus textos ("texto" es tejido: perdón de nuevo, querido lector). Creo que por eso la sabiduría del petulante aplasta, pero no envuelve. El pavo real puede presumir de un don natural para el espectáculo. Nada que ver con la estrategia de quien sabe acomodarse, con instinto y fundamento, a cada situación concreta. 
  Segunda cuestión que quisiera al menos anotar: la pedantería a veces molesta, pero no siempre resulta desagradable. Cuestión de gustos, claro está. Cierto toque de pedantería -bien atemperado, empleado en el momento justo- puede incluso caracterizar a un personaje o a una escritura. Pienso ahora, por ejemplo, en Javier Marías y en su estilo literario. Su leve y aristocrática pedantería narrativa me parece simpática, humana, creíble. Cuestión de gustos, ya digo. De todos modos, conviene distinguir esa sutil pedantería de la cargante y fatigosa solemnidad. También merece la pena diferenciar, amable lector, entre pedantería y complejidad. No son la misma cosa, por más que suelan recibir idéntica respuesta.

10 comentarios:

  1. he pensado que su amable lector a lo mejor le llama pedante en el sentido de su segunda acepción (en desuso)
    2. m. desus. Maestro que enseñaba a los niños la gramática yendo a las casas.
    Lo que no dejaría de ser gracioso xq entonces el amable lector deja de ser amable y pasa a ser un pedante.
    Y todo ésto me lo imagino xq si un diálogo con una niña de 5 años le parece al lector amable un alarde de erudición, el lector amable, no sé amable, xo seguro q lector no es....



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  2. Creo que un lector es por definición una persona amable. Si además razona y no embiste (muchas gracias por su comentario), entonces el adjetivo "amable" no basta. Habrá que buscar otro que suene bien y no resulte pedante.

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  3. Existe una dimensión biológica , o médica,que no me parece haber leído nunca, lo que no deja de ser extraño pues es frecuente: la acusación de pedantería suele ser un síntoma de sordera.

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  4. Existe una dimensión biológica , o médica,que no me parece haber leído nunca, lo que no deja de ser extraño pues es frecuente: la acusación de pedantería suele ser un síntoma de sordera.

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  5. Bueno esta bien mi comentario le ha servido para escribir, eso esta bien no? No se ofenda por lo de pedante, quizá su forma de escribir a mi me lo parece, pero no se ofenda es sólo una opinion.

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  6. Desde hoy le leere mas y quizá cambie de opinion, que le parece señor pedante?

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    1. No me ofendo. En absoluto. Ya ha visto (leyendo el texto) que no me ofendo. Muchas gracias.

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  7. Este lector no cree que usted sea pedante. Cualquier texto si se compara con Twitter (por poner un ejemplo) puede parecer pedante, pero simplemente es porque no suena tan simple. Creo que estamos perdiendo el hábito de esforzarnos a la hora de leer. La lectura no es como la televisión, necesita una implicación recíproca. Y Twitter se parece más a la tele que a un buen texto. Dicho lo cual, entiendo que alguien pueda pensar que usted es pedante sólo porque su estilo difiere mucho del que generalmente se usa en Internet. También comprendo que haya otro grupo de personas que crea que es usted un gran escritor. Pero como ya anotaba, cuestión de gustos

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  8. Hace unos días, para criticarme socarronamente, un amigo elaboró el siguiente texto en respuesta a un correo que le envié:

    "Queridísimo amigo mío:

    Es absolutamente vituperable el carácter categóricamente ampuloso y engolado de su estilo discursivo, que deviene en un hastío insoportable y con el que pretende usted hacer vano alarde de la erudición que le ha sido conferida; todo lo cual no hace en mí más que producir una insufrible exasperación. Dicho estilo está en las antípodas del mío: inteligible, informal y asequible para el vulgo profano; exento de voquibles rebuscados y rimbombantes que degeneren en un batiburrillo ineludible. Lo invito, modestamente, a seguir mi ejemplo de sencillez y naturalidad.

    Sin otro particular y en espera de su gentil acuse, me despido y reciba usted mis consideraciones más distinguidas".

    ¡Cuán sabrosa es la pedantería!

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    1. ¡Cuán sabosa! Mezcla bien la pedantería. Con la ironía, por ejemplo. En estado, puro, en cambio...

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